JORGE DIAZ SERRANO
YO, JORGE DIAZ SERRANO
PLANETA
Páginas: 262
Formato:
Peso: 0.3 kgs.
ISBN: 968-406-134-X
Encuadernación: TAPA SUAVE
Año de edición: 1989
Colección:
La televisión y los medios mostraron al licenciado José Andrés de Oteyza, secretario de Patrimonio y Fomento Industrial y presidente del Consejo de Administración de Pemex, tomando las riendas de la industria petrolera. Se plantó en medio del escenario petrolero mundial y declaró que subiría los precios del petróleo mexicano en dos dólares. «Al cliente que no lo aceptara no se le volvería a vender». Como consecuencia de ello perdimos la mayor parte del mercado de exportación y se desplomó nuestra economía. Las carcajadas de los árabes que se quedaron con nuestro mercado resonaron hasta el infinito. Me dolió mucho ver derrumbarse el edificio que, con tanto cuidado, habíamos construido. No se publicaron después las cifras de exportación, pero de más de un millón trescientos mil barriles diarios la exportación descendió a trescientos mil. Era una verdadera catástrofe. Ahí se inició la crisis de la que todavía no nos reponemos.
Al cesar el flujo de dólares a la Secretaría de Hacienda, se comenzó a hacer uso del crédito internacional de que México gozaba por su petróleo. Pero a medida que los funcionarios bancarios internacionales se daban cuenta de la critica situación por la que atravesábamos, los préstamos se hicieron en condiciones leoninas: los intereses subían y los plazos se acortaban. Cuando yo dejé Pemex, la deuda externa era de alrededor de once mil millones de dólares, que era perfectamente manejable para una empresa sana que, además de un mercado cautivo nacional, exportaba dieciséis mil millones de dólares. El mercado internacional no se recuperó hasta febrero del año siguiente y nuestro prestigio quedó muy mermado. Lo que le expresé a López Portillo ese 6 de junio era precisamente eso: que la venta del petróleo, el mercadeo, como le llaman, no se efectúa en el mercado
mundial con relaciones de gobierno a gobierno, que son la especialidad de los burócratas y cuando el tiempo es un factor secundario. Es cuestión de oferta y demanda en un juego dinámico en el cual la toma de decisiones tiene que ser oportuna.